Historia y evolución de la cirugía plástica y reconstructiva
El nacimiento de la cirugía plástica va ligado al de la cirugía convencional. Los antiguos egipcios ya trataban lesiones nasales con técnicas muy sofisticadas que conocemos gracias a la descripción que de ellas hacen algunos textos jeroglíficos de hace 4000 años. A día de hoy, el papiro Erbes, fechado en el 1500 a. C., se considera el texto médico más antiguo de la historia, para cuya traducción fue necesario consultar la piedra de Rosetta.
Tendremos que esperar al texto hindú de Sushruta Shamita, datado en el 500 a. C., para conocer los entresijos de las intervenciones de nariz. Su autor, Sushruta fue el precursor del colgajo como método en la reconstrucción nasal, colgajo que realizaban los koomas o alfareros con piel procedente de la frente.
Durante la Edad Media la cirugía, lejos de avanzar, retrocedió. El propio Inocencio III llegó a prohibir en el siglo XIII realizar operaciones quirúrgicas. Durante este periodo de la Historia fueron los árabes los que contaban con mejores conocimientos en medicina y cirugía. La Iglesia no consideraba este tipo de intervenciones dignas de los médicos, quienes evitaban el contacto con los enfermos, relegando los cuidados de estos a los barberos, considerados entonces cirujanos menores, ya que eran los que curaban heridas y practicaban las famosas sangrías como método más efectivo para sanar cualquier mal.
El humanismo renacentista supuso un momento de esplendor que se dejó notar no solo en el arte sino también en la ciencia y la medicina. En el siglo XVI Gasparo Tagliacozzi, profesor de cirugía y de anatomía en la Archiginnasio de Bolonia, redactó un tratado sobre la reconstrucción nasal, cirugía a la que se veían avocados muchos enfermos que sufrían sífilis. Este cirujano italiano fue pionero en la cirugía estética, en cuyo libro De curtorem chirurgia per insitionem, abogada por el empleo de piel del antebrazo para la cirugía de la nariz, desarrollando lo que se ha venido en llamar "método italiano de reconstrucción nasal". A pesar de todo, la Iglesia no veía con buenos ojos su trabajo, llegando a ser enterrado en suelo no consagrado como método de castigo.
En el siglo XVIII, a través de la Compañía inglesa de las Indias Orientales, tenemos constancia de los pormenores de una reconstrucción nasal practicada a un soldado hindú al servicio de la corona inglesa con el método de Sushruta, método que se extendió por todo el viejo continente, llegando a cruzar el Atlántico.
A pesar de que Von Graefe fue el pionero el emplear el término plástica para este tipo de intervenciones, según queda recogida en su obra Rhinoplastik, fue el cirujano germano Edmund Zeis el que extendió su uso. Su libro, Handbuch der plastischen Chirurgie, publicado en 1838 es un referente en el estudio de la cirugía plástica.
Los avances en el campo de la anestesia de la mano de Crawford Williamson Long, Horace Wells, James Simpson y Jonh Snow, se unen a los experimentos de Dupuytren en el ámbito de las quemaduras y la fibromastosis palmar. Por aquel entonces, el cirujano inglés y profesor de Anatomía Comparada, Astley Cooper realizó el que se considera el primer injerto de piel.
Pero, sin lugar a dudas, fue el alemán Jacob Joseph a quien le debemos el origen de la cirugía estética tal y como la conocemos en la actualidad. Este cirujano realizó la primera intervención otoplástica en un niño para corregirle las orejas separadas. Tres años después de esta operación, en 1899, llevó a cabo una reconstrucción nasal que, además de eliminar el problema estético que presentaba el paciente, se preocupaba por ocultar la fea cicatriz que quedaba. Dos años antes John Orlando Roe ya había empleado por primera vez la vía intranasal para realizar este tipo de intervenciones.
Durante la primera mitad del siglo XX, los conflictos mundiales incidieron en el rápido desarrollo de la cirugía plástica, destinada a paliar las cicatrices y lesiones que presentaban los soldados que volvían del frente. Centros como la American Association of Oral and Plastic Surgeons de Estados Unidos se convirtieron en referentes en este campo. De ellos salieron cirujanos tan prestigiosos como Morestin (considerado el padre de la cirugía maxilofacial), Harold Gillies, VH Kazanjian y Pere Gabarró i Garcia (precursor de la cirugía plástica en Cataluña).
En 1948 el Dr. Mario González Ulloa fundó la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, desde la que se fomentaba la investigación en esta disciplina. Seis años más tarde veía la luz el Hospital Dalinde, considerado la catedral de la cirugía plástica de México.
Desde la segunda mitad del siglo pasado asistimos al avance en microcirugía y cirugía plástica maxilofacial, así como al desarrollo de otros tratamientos quirúrgicos, como la liposucción o los implantes mamarios de silicona, enfocados a mujeres que habían pedido el pecho. Al mismo tiempo, ha tenido lugar un gran auge de la cirugía plástica estética o cosmética, con multitud de técnicas innovadoras destinadas no solo a corregir imperfecciones o cicatrices, sino también a mejorar el aspecto estético de los pacientes.
En la evolución de la cirugía plástica de México debemos mencionar el papel destacado de profesionales como los Dres. Fernando Ortiz Monasterio (ya fallecido y considerado el padre de la cirugía plástica en México), Guerrero Santos, Jorge González Rentería o José García Velasco.