Fue en el año 2013 a la edad de 38 años. A los cuatro días del diagnóstico me realizaron una mastectomía unilateral completa, seguida de seis sesiones de quimioterapia, el médico me recomendó no reconstruir el seno hasta pasados cinco años, creo que pensando en la probabilidad de que el cáncer regresara, en ese momento por mi cabeza jamás pasaba que el cáncer pudiera volver después de todo el dolor no tanto físico sino emocional por el que estaba pasando, eso, sin tomar en cuenta que las quimioterapias aún no empezaban.

En un principio pensé que lo mejor hubiera sido que me quitaran los dos senos para no verme “rara“ o “deforme“, salí de la cirugía sintiéndome cortada o mutilada, palabra que no me gusta usar, al mismo tiempo trataba de aceptar mi nueva condición o apariencia.

Con el paso de los meses empece a usar una prótesis externa, eso implicaba usar una ropa interior especial y buscar siempre la forma en que no se notara, una ocasión que fui a la playa y no pude acomodar mi implante en el traje de baño fue un momento en que me sentí muy incomoda. Asi pase el año, empezando a tener dolor en la espalda, una ligera escoliosis, dolores de cuello y poco a poco también mi autoestima se veja afectada, no me agradaba nada la ropa que me ponía o el cómo la lucía.

Un día fui a ver al doctor Miguel Eljure, él me contó que las técnicas de cirugía mas nuevas son el hacer la mastectomia y en la misma operación reconstruir el seno, sobre todo para que la parte psicológica no se vea tan afectada en la mujer, tuve el apoyo de toda mi familia para realizar el procedimiento de reconstrucción y para mi convalecencia, me ayudaron y estuvieron presentes.

En el plano personal, la cirugía me cambio totalmente el ánimo, la actitud y me hace sentir mas a gusto con mi persona, me da más confianza al verme en el espejo, yo se que es muy bajo el porcentaje en México de las mujeres que se reconstruyen después de una mastectomia, sin embargo estamos en el derecho de hacérnosla por nosotras.