Cuando mi época de secundaria, mi nariz había crecido lo suficiente como para ser el objeto de las burlas. En realidad la nariz, era mi toque distintivo y despectivo. Todos los días de mi vida odié mi nariz, la veía cómo el objeto del porque todo mundo no podía o burlarse o sentir esa desaprobación por no ser el cañón de belleza estipulado... Al pasar a la prepa viví los mismos tres años, añorando con toda mi fuerza cumplir la mayoría de edad para poder operarme, pero no fue así, sino hasta los 22 años que pude operar mi nariz. A base de mucho trabajo con mi padre logré convencerlo que, mi nariz me estaba trayendo muchos problemas (que en realidad nunca fue mentira) visité todas las opciones hasta encontrar la que más me convenció. El día de mi operación fue el día más feliz, porque sabía que al fin podría tener la nariz que correspondía a mi rostro... No voy a mentir. No fue lo que esperaba. Mi rostro cambio de forma significativa, pero cuando uno tiene un "defecto" en específico se vuelve obsesivo. Miras miles de rostros, sabes qué quieres, sabes cómo lo quieres, sabes que eso es lo que te hará feliz. Y aunque, el trabajo que me hicieron no fue el mejor, debo admitir que mi seguridad y mi confianza se multiplicaron de tal forma que no podría cuantificar lo mucho que cambio mi vida. Ahora, en mi etapa de adulto joven, (28 años) estoy listo para pensar nuevamente en pasar por el quirófano, por el simple hecho de pensar en que merezco verme cómo yo quiero, porque a pesar de que mi valor no está estipulado en función de cómo me veo, me enamora la idea de volver a caer rendido ante lo que veo en el espejo ¿y saben qué? Así será.

Me operó el Dr. Arístides Arellano Huacuja. El servicio fue bueno, pero cuando le platique que mi resultado no le quedaba totalmente satisfecho solo acertó a decirme que la solución sería volverme a operar, cubriendo nuevamente los gastos de la operación. Y él, me garantizó 100% mi satisfacción sin necesidad de retoques.